Tomás Rufo, que debutaba en la plaza de toros de Cuenca, escribió su nombre en los anales de la historia de la tauromaquia conquense. El joven torero toledano, merced a un concepto del toreo estilístico, clásico y repleto de verdad, consiguió desorejar al segundo de sus oponentes. José María Manzanares se las vio con el lote más interesante de la tarde, pero el fallo con las espadas le privó de tocar pelo. Eso sí, ofreció una dimensión tremenda. El Juli, sin embargo, no tuvo opciones con ninguno de los dos toros de José Vázquez, que lidió un encierro muy variado.